lunes, 25 de abril de 2011

Algo de Serie B


 Hace poco más de 4 meses en Youtube, se transmitió de forma simultánea para todo el mundo videos y cortometrajes dirigidos o realizados por desconocidos, jóvenes y personas amantes del video de todos los rincones del orbe reunidos através de un portal de internet. La sede fue el moderno Museo de Guggenheim de Nueva York.    El resultado fue sorprendente, brillante, ecléctico y democrático. Los videos iban desde ejercicios visuales, hasta cortos documentales, pasando por interpretaciones solistas de una partitura clásica y que finalmente fueron reunidas en un collage de imágenes y sonidos de una orquesta global compuesta por músicos que se grababan en su interpretación de la misma obra. Ahí podría estar desde un violinista latinoamericano hasta un clarinetista ruso o un percusionista tailandés. El caso era ser globales. El objetivo era mostrar a un mundo, que si bien es globalizado, también es completamente plural y rico en expresiones visuales. La sentencia es la búsqueda del talento y del genio que no tiene cuna. El genio no sólo nace ni se desarrolla  en las grandes urbes de los país globalizados, si no también en los alejados rincones de este planeta con 6 mil millones de humanos.  Ejemplos son tantos e incontables en cada rama de las artes u otra disciplina del hombre.
Como le platiqué la semana pasada, las nuevas tecnologías nos ayudan a ahorrar tiempo, dinero, esfuerzo, pero además nos permiten que las herramientas que antes eran muy costosas ahora sean emuladas por otra más económicas,  pero para nada despreciables o con  falta de calidad. Le platicaba como hace 30 años grabar hacer cine era muy costoso y ahora un director conocido lanza su próxima obra en festivales de cine grabando sólo con un teléfono celular de esos de última generación. Ahora cualquiera puede hacer algo y que millones de personas lo vean, critiquen, admiren.
Teniendo como inspiración, este ejercicio artístico, Televisa del Golfo lanza una convocatoria para un concurso de cortometrajes. La mecánica es sencilla: El chavo escribe una historia en alguna de las categorías participantes, como son ficción, documental, terror o suspenso; forma su equipo y se inscribe en las instalaciones de la televisora. Después, se seleccionará a sólo 3 equipos de cada categoría y tendrán  5 días para la producción de su trabajo.  Todo corre a cuenta de los participantes: la historia, los actores, la producción.  Todo.  Ahí está el reto. Los jóvenes entre 16 y 26 años tienen las herramientas tecnológicas como cámaras de alta definición casi de bolsillo, pero sobre todo tienen el talento que han desarrollado, viendo todo tipo de cine, programas de televisión, historias que han leído, o trabajos que les han pedido en la escuela.  Créame que se sorprendería de la creatividad mostrada en los guiones que nos han llegado al equipo de producción, historias que van desde la terrorífica justificación de una asesina serial hasta el pequeño documental de la vida de un pescador que al aumentar la contaminación en los ríos locales han dejado su actividad económica. Imagine un poco del infinito mundo de la creatividad de los chamacos.
El proyecto se llama SerieB Concurso de Cortometrajes y el nombre proviene de aquellas películas realizadas con bajo presupuesto y actores principiantes no reconocidos y que muchas veces no llegan a las pantallas de los cines, pero que definitivamente han influenciado al séptimo arte hasta sus más profundos cimientos. Prueba de ello es la ola de directores famosos que han plagado el cine de hoy con referencias directas a las B Movies (como les llaman los gringos) como Tarantino, Spielberg, Lee, Sam Raimi, Scorsese, entre otros.  La pantalla está lista, lo que falta es que alguien la llene, la escriba, nos cuenten historias.
Después de todo el genio no tiene cuna.

sábado, 9 de abril de 2011

Rango: Cuando las palomitas dan sed.


 Las múltiples lecturas siempre aparecen en cualquier arte. El filtro de la percepción (siempre personal) acompaña a la vista de cualquier manifestación artística del hombre. La clarificación de algún mensaje en el discurso artístico es acompañada no sólo por los conocimientos obligatorios que rigen la estética sino por la maraña de vivencias, cultura, estado de ánimo del espectador. Me explico más claro. El ver, escuchar y sentir una obra va intrínsecamente ligado a lo que sabemos, hemos vivido, leído o escuchado. De ahí los gustos e inclinaciones por los géneros o disciplinas.  ¿No le ha pasado que al leer o ver algo,  no lo toma a otras interpretaciones y se le hace una lectura difícil, pesada o sin efecto,  pero con el paso de los años o al hacer  otras lecturas, encuentra una referencia que le hace brillar aquello que ya leyó  y esto se torna más completo e importante?  ¿Le ha pasado? ¿Recuerda el libro de El Principito? ¿Recuerda lo simple y profundo de su mensaje?  
Rango es un camaleón doméstico (de esos que nos venden en las tiendas de mascotas)  que vive  sólo con su ilimitada imaginación  en una pequeña isla de plástico  y que al  recitar a Shakespeare llega a la cúspide existencial al preguntarse: ¿Quién soy yo?   En ese preciso momento de la búsqueda del ser en una lagartija, los dueños de Rango tienen un accidente en carretera y  queda desamparado en medio del desierto. Tras vagar sin agua durante varias horas, Rango conoce a Beans, una lagartija ranchera que lo conduce hasta el pueblo de Dirt, azotado por la sequía, culpa de su alcalde y cacique quien administra la última cisterna del lugar. Entonces el escenario del camaleón actor está listo para construirse una leyenda y convertirse, aunque sea en cuentos, en un héroe del género western. Un western animado, con todos los personajes del género: un forastero, un antihéroe, la búsqueda de la justicia, los revolvers, los duelos, la sed. Hace algunos años nadie apostaba por el western.  Era un género muerto, y groseramente parodiado. Ahora vemos su tímida resurrección de la mano de de los Coen por “Temple de acero" (True grit, 2010) y de Gore Verbinski, el tipo que revivió las películas de piratas con sus "Piratas del Caribe" y que ahora nos regala la ilustradísima existencia de una lagartija casera que se convierte en sheriff.
En el pueblo a dónde llega Rango ( y en nuestro mundo) el agua es la medida y detonadora de todas las acciones. Es el valor y el futuro de los seres vivos y el hombre al tener control de ella es el cacique de reinos que no nos pertenecen.
 El valor de esta cinta animada no sólo es por la perfección técnica en los personajes, paisajes y musicalización, sino en las múltiples percepciones que se le pueden apuntar a las aventuras de esta lagartija que le cuento.   Rango no sólo es una película animada para niños que ni siquiera conocen (por su corta edad) a Clint Eastwood, o a Sartre, sino un noble discurso de la existencia misma del individuo, siempre en busca del conflicto. Aquel conflicto capaz de hacernos recordar que estamos vivos. Y por lo mismo, sentir sed, hambre, soledad y redención.
Lleve los chamacos al cine, ellos reirán y usted disfrutará de otra lectura.

sábado, 26 de marzo de 2011

127 horas

Es difícil saber cuáles son los límites del espíritu humano. Imposible determinar hasta dónde puede llegar el hombre (en  cuerpo y alma) en la lucha por sobrevivir.  La historia nombra algunos límites y enumera quiénes los rompen.  En la larga lista de transgresores podemos mencionar desde el atleta que puede correr 100 metros en menos de 10 segundos hasta aquel hombre que cruza el desierto de Arizona y penetra la frontera de Estados Unidos con tan sólo (o sin) una botella de agua y nada de alimentos en 5 días. Desde el alpinista que llega a la cima del Everest sin tanque de oxigeno, hasta el balsero que se perdió en altamar por casi 9 meses.
Desde niño las historias de sobrevivencia eran contadas por mi padre en las noches en la que la tormenta interrumpía el suministro de luz eléctrica. Entonces las historias de coraje, valentía venían a colación. Mi padre me contaba los reportajes que leía en la revista Selecciones: Los sobrevivientes de los Andes; una turista de crucero que queda a la deriva y nada por 3 días; los rescatistas del sismo del 85, el ciclista que después de tener cáncer de testículos vuelve a ganar el Tour de Francia. Cada de una de estas historias tenían el común denominador del poder de la voluntad del espíritu humano. Yo simplemente oía, imaginaba.  Los límites del hombre son incalculables. La ciencia dice una cosa, la voluntad quebranta todo.
127 horas, es la última película de Danny Boyle, el incomprendidamente multipremiado director por Quisiera ser millonario, en ella vuelve hacer uso de un estilo con artificios y pirotecnia cinematográfica para contarnos una historia moderna de sobrevivencia.  Aquella de un chavo gringo que le gusta los deportes extremos y que se lanza a la aventura para recorrer  parte del desierto de Utah. En ese viaje queda atrapado al caer de un cañón y sobre su mano cae una enorme piedra que le hace imposible su escape. La línea argumental es precisamente el transcurso de 127 horas atrapado y las vicisitudes para poder salir vivo de ese lugar.  Cinco días atrapado, sin agua y alimentos. La única forma es cortarse la mano y caminar hasta que alguien lo encuentre y le ayude. Esa es la historia. El morbo al asistir a la sala es saber si se verá como se corta la mano en una secuencia casi al estilo gore de los ochentas.
El noveno largometraje en la carrera de Boyle es una producción muy cuidada, con una excelente fotografía, un acompañamiento musical bueno y sobre todo una inspirada interpretación de James Franco, que hace soportable los más de noventa minutos que dura esta recreación de un caso real. La película en general está construida para impactar, para mover las tripas, para que se sepa que nada puede contra el instinto de sobrevivencia del hombre. La verdad no sé si sobrevaloraron ( nuevamente) el trabajo de Boyle, ni que sea lo peor de su carrera, pero lo que si sé, y se agradece, es que ese director inglés me hizo recordar las historias contadas por mi padre sobre los superhombres que sangran, que sienten y que superan todo limite. Eso vale la pena. Que los clavados del cine hablen mal de ella. Usted véala y cuéntela en el apartado de "Historias extraordinarias de sobrevivencia".

jueves, 24 de febrero de 2011

Una de vaqueros


Es difícil trabajar en equipo. Las complicaciones aumentan cuando el equipo está conformado en gran parte por tu familia. Algunos aventurados aseguran que ésta es la mejor forma de trabajar y que no hay mejor equipo de trabajo que tu familia. El caso es que cuando vienen las dificultades que todo proceso de producción implica, mantener el equilibrio por el nivel de confianza y relación laboral es complicado. Pero bueno, cada equipo es un mundo.
 Imagine que usted de pequeño juega con su hermano a los carritos y terminan de adultos teniendo una agencias de autos. O jugaban con una cámara de video y terminan convirtiéndose en directores de cine. La historia de los Hermanos Coen es algo parecido. Ethan y Joel Coen son dos directores americanos de ascendencia judía que en la mayoría de las películas de su creación se presentan como directores de la cinta. Son un ser creativo a 4 manos, un director de dos cabezas. Gracias a que en su infancia sus padres les compraron una cámara de video, el lenguaje audiovisual ha sido la mejor forma de hacerse notar, además de regalarnos pelis como Barton Fink, El gran Lebowski, Fargo y Sin lugar para los débiles. En sus películas nos cuentan historias no tan convencionales como la vida de un escritor que no puede escribir sobre encargo y el carácter  diametralmente opuesto de uno que sólo escribe para ganar dinero, una policía adicta al café, un maestro universitario que todo le sale mal, un quinteto de ladrones fracasados.  Los personajes en sus películas son presas de sus mismos laberintos, sus hábitos, su destino y sus demonios.  Difícilmente veremos en los próximos años películas al nivel Un Hombre serio. La mezcla de un humor inteligente, oscuro, en cada uno de los diálogos están perfectamente planeados, no son producto de casualidades estilísticas sino de un talento pulido con trabajo y la innata manera de ver conductas y volar en su imaginación la construcción de ficciones casi absurdas.
En las últimas semanas la maquinaria de los Oscares ha comenzado a moverse y alterar el consumo de las salas de cine nacionales.  Dentro de las nominadas a la estatuilla está en 10 categorías la última de los Coen, True Grit, o Temple de acero por su nombre en español.  Es un western, una historia de venganza, de coraje, de redención.  Basados en una novela del oeste americano de  Charles Portis, la cual también fue adaptada al cine en 1969 y que en el papel principal tenían a un tuerto John Wayne, actuación por la que le dieron un Oscar a Mejor Actor, los Coen readaptan la novela y ahora con un veterano Jeff Bridges, interpreta a Reuben J. “Rooster” Cogburn, un oficial borracho y algo obeso que es “contratado” por una jovencita de 14 años  a la que asesinaron a su padre  para cobrar venganza de los asesinos. Las actuaciones dan tono, el ambiente es recreado de una forma increíble y la música es otro personaje del montaje impecable.  Es una de vaqueros contada con tan fina factura que no nos deja desde el inicio hasta la última secuencia. Este monstruo de dos cabezas, nos han dado de 4 de sus últimas películas 3 obras de arte, dignas de admirar y disfrutar.
No podría decir que es la mejor de los hermanos, pero si le aseguro que es de lo mejor de este inicio de año. 
Emmanuel Martínez Zamorano

domingo, 9 de enero de 2011

Tiempo de villanos


De todo lo que está disponible en la cartelera  de este arranque de año  le podría recomendar una película para niños: Megamente.  Bueno, dirigida a los chamacos por su naturaleza de animación pero que logra con creces cubrir la necesidad de entretenimiento en nosotros los aburridos adultos. Este es un gran alivio ya que son los  adultos los que llevan o pagan un boleto a un niño.    Hace apenas unos días un amigo me recomendó esta película y me aseguró que era de lo mejor que había visto en el año. Y es verdad. No sólo por el despliegue de tecnología animada de DreamWorks, sino por lo acertado en sus repetitivos pero inteligentes  y divertidos guiones como Sherk, Cómo entrenar a tu dragón y Mi villano favorito.
El argumento es sencillo  y lo más parecido a un déjá vu de la historia de Superman.  En una galaxia muy lejana dos mundos se destruyen y mandan por el universo a lo último de su civilización: dos pequeños que llegan a la Tierra con poderes sobrehumanos. Uno  es criado en una casa de rico, el  otro pequeño extraterrestre en una cárcel. Así que los dos crecen en mundos totalmente distintos y necesariamente opuestos para empezar una batalla por el resto de sus vidas en Metro City. Un buen día Megamente (el extraterrestre malo)  desaparece a Metro Man (el bueno) y con ello tiene en sus manos a la ciudad para sumergirla en su dominio. Sin embargo esto le parece muy aburrido y decide crear un héroe a la altura de él como supe villano. La historia termina con un villano con corazón de héroe que le teme a las arañas. No es necesario que le cuente más, mejor escape con sus hijos, sobrinos, amigos, novia, abuelitos o perico al cine. Véala, ríase disfrute lo que se hace por computadora una productora con millones de dólares y cómase unas palomitas.
¿Qué hace al hombre bueno o malo? ¿La cuna donde se crió? ¿Las influencias en su desarrollo como persona, la sociedad, la cultura, la vida misma? No lo sé. Probablemente sea todo, pero a la vez nada de  lo anterior. Tal vez,  el germen del mal o la semilla del bien estén desde un inicio en el corazón del hombre.  Un ogro es bueno y tierno. Un vikingo quiere la paz y un extraterrestre que planeaba la destrucción del planeta ahora es quien lucha por ella.   Esas son historias de niños y adultos.  Créame que hasta el dragón cuenta borreguitos antes de dormir. 
Feliz Año. 

jueves, 16 de diciembre de 2010

Con "F" de Famoso


La revista Times lanza la portada de su próximo número, en ella aparece la cara pecosa y con marcas de acné de un joven de 26 años al que catalogan como “La personalidad del Año”. Su nombre es Mark Zuckerberg, fundador de un monstruo cibernético llamado Facebook. Él se ha convertido en la segunda persona más joven en ser nombrada por esta revista como personalidad del año desde su fundación, superó por apenas dos semanas a la reina Isabel II, que tenía 26 cuando fue nombrada en 1952.  Y eso, ¿qué tiene que ver con el cine? Se podrá preguntar usted.  Bueno, hace una semana se estrenó en México la película Red Social, de David Fincher,  que habla precisamente del génesis de este enorme medio de comunicación nativo de la Internet que hasta hace unas semanas llegó a la cifra de  560 millones de usuarios o lo que es lo mismo:  una de cada 10 personas que habitan el planeta cuentan con un perfil para hacer amigos. Nada es ajeno a esta red social, nada. Todo lo que acontece en el planeta, puede ser reflejado en los perfiles cibernéticos de este ejército de avatares, que si fueran un país,  Facebook sería el tercero más poblado del mundo a tan solo 6 años de su fundación.    Esta fría herramienta de socialización cibernética no sólo se ha convertido en un fenómeno de la comunicación humana sino también en la manzana de la discordia de empresas globales y amigos inseparables. 
David Fincher junto con su guionista Aaron Sorkin, nos cuentan de una manera un tanto ficticia y recreada,  el problemático origen de Facebook.  Repasando de una manera rápida  a Fincher, podríamos tener un ejemplo de la factura de sus películas con títulos como El club de la Pelea, Se7en: Los siete pecados Capitales y El curioso caso de Benjamin Button. Creo que es uno de los directores gringos con mayor talento para contar historias donde se clarifican  los demonios que viven en la mente de la sociedad moderna, nomás échele un vistazo a Zodiac o The Game. En Red Social el ritmo y la calidad de lo que parecería una película hecha al vapor para aprovechar la ola de fans y de usuarios de Facebook, se convirtió en una película alabada por la Asociación de Criticos de NY y de la Asociación de prensa extranjera en Hollywood que postulan a las películas para los Globos de Oro.  El caso de estas películas en las que se suponen que son basadas en la vida real, es precisamente no buscar la similitud con la realidad ya que disfrutar la película es mucho más entretenido que encontrar las verdaderas referencias de la realidad en las mismas.
Es mucho más sencillo disfrutar la película si la vemos como tal y no como una historia verdadera. Porque como cinta de ficción, es de lo mejor en lo que va del año. Es un pequeño tratado ilustrado  sobre la naturaleza de la genialidad, sobre los bajos escrúpulos en el mundo de los negocios, sobre un hombre(un chamaco) que es capaz de acabar con todos sus lazos personales con tal de proteger una idea una idea que, incidentalmente, cambiará para siempre la manera en la que conceptualizamos la palabra “Amigos”.  No la vea como un documental de Facebook, porque no lo es. Véala como una advertencia de que los nerds en poco tiempo conquistarán al mundo (jaja).

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Palomitas por favor

   No todo el `Cine Palomero´ es malo. Es más,  de ese enorme universo de churros  podemos hacer un selección de aquellas películas que nos gustan mucho, incluso salvar a una que otra y catalogarla como `joyita´. Créame que no es un pecado aceptar en la intimidad de una charla entre amigos que a uno le guste pelis como ´La Roca´ o `Rambo 3´. Repito no es malo, no es un crimen y no debe sentirse apenado por tales gustos. Tal vez esto le traiga un enorme alivio.  De hecho grandes maestros de la cinematografía mundial como Tarantino, Kusturica, Almodóvar y Scorserse aceptan sus gustos bizarros  y hasta aceptan la influencia de aquellos géneros que de forma despectiva los han catalogado como la `comidilla del cine´. Recuerde que para hacer una película por más chafa que nos parezca requiere un gran trabajo por parte de la producción y tal vez merezcan un poco de nuestro tiempo. Los críticos son los que se encargan de destruir o elevar las películas. Nosotros como cinéfilos sin pretensiones nos regimos por nuestros gustos y filias. Buscamos divertirnos, hacernos pensar, conmovernos, o simplemente celebrar la belleza.  Uno debe de tener bien en claro a lo que va al cine. Con el Internet ya no es válido el argumento de: “esta película no vale ni la entrada”,  porque con tanta información que nos arroja la red sobre la película que escogimos para ver, es necedad entrar a ver una peli y que salgamos enojados o decepcionados como si de un robo se tratara.  La responsabilidad es de uno y de nadie más.

Cuando me enteré que Helen Mirren, Morgan Freeman y John Malkovich le iban a seguir el juego a Bruce Willis para hacer una película de balazos y espías, pensé de inmediato que tenía que verla. Me gusta Mirren, Freeman y Malkovich. Todos nos pueden dar una cátedra de actuación, pero ¿Bruce Willis? Lo único que nos podrá enseñar es como posar mejor con un arma automática para la lente. ¿Qué puede reunir a tan buenos actores ( aparte del dinero)para participar en un churro de espías? La respuesta más sencilla sería: pasarla bien. Y eso es precisamente lo que estos veteranos nos reglan en “RED”.  El protagonista es Paul Moses(Willis), un super agente que durante muchos años hizo el trabajo sucio para la CIA.  Moses se retira con el objetivo de llevar una vida tranquila. Pero sus antiguos jefes deciden que sabe demasiado para andar circulando libremente por ahí y que tiene la facultad de echar a bajo la candidatura presidencial al vicepresidente de los Estados Unidos, por lo que deciden asesinarle al igual que a los ex agentes retirados como los que encarnan los actores veteranos que le cuento. Entonces el destino los vuelve a juntar para la última misión de sus violentas vidas, que es la de sobrevivir. ¿Un argumento predecible? Claro. ¿Un churro como los de los Almada pero de alto presupuesto? Tal vez. Pero de que se va a divertir, de eso estoy seguro. 

A poco ¿No le gustaría ver a la serenísima ganadora del Oscar,  Helen Mirren agarrar una metralleta calibre .50 y comenzar a dispararle a todo lo que se mueve?