viernes, 23 de abril de 2010

LA ÚLTIMA TENTACIÓN DE SCORSESE.



-¿A qué le tienes miedo?- me preguntó una prima mía que estudiaba psicología.
Después de haber pensado y mirado por debajo de la cama donde viven mis miedos contesté:
-A quedarme solo nadando en altamar y pensar que un tiburón me pueda morder.
Inmediatamente mi prima se paró del sillón en que estaba sentada leyendo, sonrió y dijo:
-Estás más loco de lo que pensaba.
Así terminó mi psicoanálisis. Pero por más tonto que parezca mi miedo es verdad. Tengo un terrible temor a enfrentar la inmensidad de alta mar y pensar que debajo de mi hay cientos de seres capaces de tirarme una mordida. Tonto, lo sé, pero una vez escuché que en cuanto a fobias no hay caso descabellado, no hay temor que por absurdo que sea no pueda ser clasificado y posible. Lo difícil es enfrentar esos miedos, nuestros demonios, nuestros monstruos bajo la cama. Y quién lo hace, mis respetos.
Dentro de los directores que me atormentan, aquellos por los cuales no puedo dormir por ver sus películas una y otra vez hasta aprenderme los diálogos, Martin Scorsese ocupa un lugar especial en la lista. El neoyorkino en su nueva película, La isla siniestra, nos brinda un tratado de sus miedos y obsesiones plasmados con gran talento en el personaje principal de este thriller psicológico, su actor fetiche y cómplice en los últimos proyectos: Leonardo Dicaprio. A pesar de que el libreto de esta película está basado en la novela homónima de Dennis Lehane (escritor también de la novela Río Místico, llevada a la pantalla grande por Eastwood) el filme tiene su propia prosa, su prodigioso ritmo, la arquitectura cinematográfica de uno de los maestros del cine contemporáneo. Scorsese exprime bien la historia de misterio de Lehane, desarrollada en el interior de un tétrico reclusorio psiquiátrico, que alberga a peligrosos enfermos mentales culpables de crueles asesinatos, pero sobre todo aprovecha el discurso para volver a hablar de los demonios del hombre, haciendo uso de atmósferas húmedas y paisajes oscuros y perturbadores, pero sobre todo de tormentas mentales. Vuelve a hablar de la culpa y la redención, de los pecados que manchan y castigan al hombre. Bajo el estilo de thiller, y contagiado de lo mejor del cine negro, el buen Martin nos cuenta la historia de un Detective de la década de los cincuentas que llega a un hospital psiquiátrico situado en una isla, para resolver el caso de la posible fuga de una interna que asesino a sus 3 hijos. La trama se va tejiendo conforme nos metemos a la mente y la reconstrucción onírica de la terrible realidad del detective Teddy Daniels (Dicaprio). Nosotros como espectadores nos tenemos que dejar llevar por el barco de Scorsese hacia ese lugar de recuerdos, pesadillas y oscuridad. El director reconoce sus fobias y las plasma. ¿A quién no le da miedo las ratas, la oscuridad y las tormentas?