jueves, 24 de febrero de 2011

Una de vaqueros


Es difícil trabajar en equipo. Las complicaciones aumentan cuando el equipo está conformado en gran parte por tu familia. Algunos aventurados aseguran que ésta es la mejor forma de trabajar y que no hay mejor equipo de trabajo que tu familia. El caso es que cuando vienen las dificultades que todo proceso de producción implica, mantener el equilibrio por el nivel de confianza y relación laboral es complicado. Pero bueno, cada equipo es un mundo.
 Imagine que usted de pequeño juega con su hermano a los carritos y terminan de adultos teniendo una agencias de autos. O jugaban con una cámara de video y terminan convirtiéndose en directores de cine. La historia de los Hermanos Coen es algo parecido. Ethan y Joel Coen son dos directores americanos de ascendencia judía que en la mayoría de las películas de su creación se presentan como directores de la cinta. Son un ser creativo a 4 manos, un director de dos cabezas. Gracias a que en su infancia sus padres les compraron una cámara de video, el lenguaje audiovisual ha sido la mejor forma de hacerse notar, además de regalarnos pelis como Barton Fink, El gran Lebowski, Fargo y Sin lugar para los débiles. En sus películas nos cuentan historias no tan convencionales como la vida de un escritor que no puede escribir sobre encargo y el carácter  diametralmente opuesto de uno que sólo escribe para ganar dinero, una policía adicta al café, un maestro universitario que todo le sale mal, un quinteto de ladrones fracasados.  Los personajes en sus películas son presas de sus mismos laberintos, sus hábitos, su destino y sus demonios.  Difícilmente veremos en los próximos años películas al nivel Un Hombre serio. La mezcla de un humor inteligente, oscuro, en cada uno de los diálogos están perfectamente planeados, no son producto de casualidades estilísticas sino de un talento pulido con trabajo y la innata manera de ver conductas y volar en su imaginación la construcción de ficciones casi absurdas.
En las últimas semanas la maquinaria de los Oscares ha comenzado a moverse y alterar el consumo de las salas de cine nacionales.  Dentro de las nominadas a la estatuilla está en 10 categorías la última de los Coen, True Grit, o Temple de acero por su nombre en español.  Es un western, una historia de venganza, de coraje, de redención.  Basados en una novela del oeste americano de  Charles Portis, la cual también fue adaptada al cine en 1969 y que en el papel principal tenían a un tuerto John Wayne, actuación por la que le dieron un Oscar a Mejor Actor, los Coen readaptan la novela y ahora con un veterano Jeff Bridges, interpreta a Reuben J. “Rooster” Cogburn, un oficial borracho y algo obeso que es “contratado” por una jovencita de 14 años  a la que asesinaron a su padre  para cobrar venganza de los asesinos. Las actuaciones dan tono, el ambiente es recreado de una forma increíble y la música es otro personaje del montaje impecable.  Es una de vaqueros contada con tan fina factura que no nos deja desde el inicio hasta la última secuencia. Este monstruo de dos cabezas, nos han dado de 4 de sus últimas películas 3 obras de arte, dignas de admirar y disfrutar.
No podría decir que es la mejor de los hermanos, pero si le aseguro que es de lo mejor de este inicio de año. 
Emmanuel Martínez Zamorano