miércoles, 24 de marzo de 2010

The Hurt Locker o Zona de Miedo

“The rush of battle is a potent and often lethal addiction, for war is a drug”

Chris Hedges, Corresponsal de guerra.

Me gusta mucho el buen cine bélico, es una fascinación que he tenido desde niño. Y el responsable (o irresponsable) de eso es mi padre. A principios de los noventas comenzó la moda de la renta por catálogo en la ciudad donde vivíamos, así que como buenos ciudadanos promedio mis padres sacaron su credencial para poder rentar las películas en formato beta (si hay menores de 25 años leyendo esto, busquen en Internet que es ese formato) y así, de la manera más novedosa, poder ver las pelis en casa que hace un par de meses estaban sólo en las salas de cine. El catálogo del “Multivideo” comenzó a crecer gracias a la popularidad de la nueva forma de entretenimiento. Mi padre nos llevaba cada jueves a rentar, casi siempre él se quedaba estancado en el apartado de películas bélicas o de acción. Así que a la edad de 10 años ya había visto El Puente sobre el Río Kwai, El día más largo, Patton, Francotirador, Gallípoli, Full Metal Jacket, De aquí a la eternidad, Pelotón y la máxima de todas ellas: Apocalipsis Now, en su versión de 2 horas y media, misma que ví sin dormirme. La guerra retratada en el cine de aquellos años me acompañó hasta bien entrado en la adolescencia.

De ahí mi respeto y admiración por ese tipo de películas. Sin embargo crecemos y cambiamos, pero queda en nosotros el germen de toda esa información fílmica almacenada en nuestra memoria. Así que debo reconocer que aún me emociona entrar al cine a ver una bélica. Con The Hurt Locker o Zona de miedo sucedió lo mismo pero salí con el reiterado argumento para no volver a ver en mucho tiempo una película de guerra, o por lo menos una película de guerra americana. Y es que una vez más los gringos quieren justificar su estancia y la invasión de sus tropas en territorio “hostil y propenso a ser cuna de terrorismo”. Nuevamente quieren hacer creer al mundo que ellos velan por los derechos de los civiles de esos países que apenas comienzan a caminar en la democracia. Para eso se valen de recursos mediáticos como la entrega de los premios Oscar que otorga la academia de cinematografía americana con marcados tintes políticos. El uso del cine como mecanismo mediático para la aprobación de un pueblo para ir a la guerra, es un recurso muy viejo, el mismo Hitler lo uso durante su tiempo en el poder y como laboratorio de creación de héroes en el pueblo alemán mientras toda Europa era devastada por las armas nazis. De hecho, Tarantino hace burla de ello con un humor negrísimo en sus Bastardos Sin Gloria.

Lo admito, ví The Hurt Locker por puro morbo como resultado de tanto chisme y la cantidad de premios que recibió antes de la esperada noche de los Oscar y como se fue perfilando a ser una de las favoritas para esa noche, esto después de tener un par de meses de haber salido de la cartelera americana. La historia se desarrolla meses después de la invasión a Iraq en 2004, el sargento de primera clase William James (Jeremy Renner) se convierte en el líder de una unidad antibombas con la compañía Bravo del Ejército americano, reemplazando al sargento en jefe Matt Thompson, quién murió a causa de la explosión de una bomba de la resistencia en Bagdad. James se integró con el sargento J.T. Sanborn y el especialista Owen Eldridge, cuya labor es la de comunicarse y cubrirle la espalda al líder de la unidad mientras este examina los artefactos explosivos. James es un experto en bombas y un irresponsable y adicto a la adrenalina que pone en riesgo su vida y la de su unidad con acciones precipitadas. Durante toda la cinta somos literalmente bombardeados por situaciones que aumentan el suspenso a niveles que cansan.

Zona de miedo no es una película de critica a las políticas bélicas de los americanos. No es tampoco una reconstrucción de la realidad de los soldados en Irak, aunque hay que reconocer el excelente trabajo de su realizadora Kathryn Bigelow en la atinada dirección de fotografía (por Barry Ackroyd de United 93) y la utilización de un estilo que emula el documental pero con toques refinados de planos totalizadores y subjetivos, mismos que en conjunto nos dan un acercamiento a lo que son las “tripas” de lo que algunos americanos han llamado su droga: La guerra.

Entonces al llegar a casa preferí poner música, comer algo ligero y llamar para saludar a mi padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario