viernes, 9 de julio de 2010

Historia de juguetes


Emmanuel Mtz Zamorano

En 1955 una joven mujer decide tener su hijo producto de una relación no tan seria con un chico extranjero en California. Al niño lo deja en un orfanato. Meses después una pareja que no podía tener hijos recibe una llamada:

-Tenemos a un niño no deseado, ¿lo quieren?

-Mmm nosotros queremos una niña.

-Entonces su petición de adopción puede tardar más.

-Esta bien, lo aceptamos.

Los padres adoptivos del chamaco, son de clase media baja. El padre es electricista. Dieciocho años después asistió seis meses a la universidad, misma que tuvo que dejar por falta de lana. El chico se dio cuenta que estaba gastando los ahorros para el retiro de sus papás. Aunque permaneció como oyente un año y medio en las clases que más le interesaban para después abandonar la escuela por completo y buscar chamba. A los 20 años forma su empresa con un cuate en la cochera de su casa. Su visión era crear una computadora que todo el mundo pudiera usar: Sencilla, robusta y amigable. Casi diez años más tarde su empresa comienza a cotizar en la bolsa y tiene cerca de 4 mil empleados. El sueño que tenía como estación una cochera californiana fue llamada Apple y el nombre del muchacho es Steve Jobs.

Las cosas no comienzan a salir bien cuando los accionistas de esa empresa creen que el muchacho está tomando muchos riesgos en la dirección general. A los 30 años de edad lo despiden. Lo corren de la empresa que él mismo creo. Así que decide fundar con la lana que logró hacer otras 2 empresas. La primera es una que hacía software y la segunda una pequeña fabrica de animación por computadora. Su nombre es Pixar. En 1995 esa empresa sorprende al mundo al realizar la primer película generada cien por ciento por computadora: Toy Story. La cinta rápidamente se posiciona como un éxito y un clásico del cine. Un par de años más tarde Steve Jobs, regresa a la empresa que fundó, compra una gran parte de las acciones, dirige una de las más grandes revoluciones tecnológicas de la historia y cambia la forma de escuchar música ya que introduce al mercado el Ipod.

Después de casi 15 años llega la tercer parte de esta odisea digital. Algunas personas dicen que las segundas, terceras o cuartas partes son malas, muy malas. Toy Story 3 es una buena excepción para quebrantar esa regla. Lo digo en serio. Todos sabemos la historia de esos juguetes. La pequeña existencia de un vaquero de plástico y un astronauta de juguete hecho en Taiwán. La historia de un niño que nos transporta a la infancia de las últimas generaciones. Esa dónde nos muestra en parábola moderna la importancia de la amistad, aún en medio de las grandes diferencias, ya sean de plástico o de carne y hueso.

Esta vez Andy, el chamaco que era dueño de los muñecos en las entregas pasadas, se va a la universidad y por lo tanto la pequeña existencia de los juguetes tienen un giro al ser regalados a otros niños. Es una película para niños que disfrutan los padres o todos aquellos que en alguna etapa de su infancia contaron con un pedacito de plástico que se convirtió en su mejor amigo, o al menos en mi caso, en la única posesión que un niño de 6 años puede tener.

¿Quién iba a pensar que las hazañas de ese niño huérfano de California podrían repercutir en mi tranquila butaca y ser un oasis en mi ajetreada vida?

9 julio 2010

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