sábado, 30 de octubre de 2010

Personajes inolvidables



Probablemente sea en los actores donde recaiga la gran responsabilidad de hacer real, palpables, las historias que un guionista y director hayan imaginado. En sus hombros está el peso dramático, la fuerza, la entonación; su voz, sus actos y gestos construyen o destruyen la obra de todos los que participan en el rodaje. De ahí que los directores tengan que dedicar gran tiempo para la selección y valoración del talento actoral para su nueva peli. Créame que es un gran y desgastante trabajo. El director debe de tener en claro la secuencia o la escena cumbre de su historia para situar al actor que está viendo en el casting y poder tomar la decisión de si esa persona será el ser humano que rentará su cuerpo para que otra persona encarne en él. Para que otras vidas se cuenten. No pocos directores alguna vez hablan de esta tarea tan importante a la hora de emprender una nueva obra cinematográfica. Podemos recordar algunos: Bertolucci, Fellini, Kusturica, Coppola, Kubrick, Lucas, Allen, Scorserse, Kar Wai, Kurosawa. De la mano de ellos hemos conocido a personalidades tan profundamente complejas como, Jack Torrance en El Resplandor, o a un tal Paul en El Último tango en París; o a un galáctico Luke Skywalker, o algún taxista asesino llamado Travis Bickle. Los personajes no tienen limites, crecen en un universo alterno, inventado o recreado. Son los actores que después de su interpretación muchas veces son consumidos por el personaje que encarnaron y difícilmente serán recordados por algún otro trabajo. A poco, no le es difícil imaginar un Anthony Hopkins sin relacionarlo con un asesino serial comesesos; o a un vampiro sin la capa y cara pálida de Bela Lugosi. No fue fácil creerle a Mel Gibson que durante tres películas fue un policía carismático en Arma Mortal, convertirse en un libertador irlandés en Corazón Salvaje. Los personajes causa en nosotros empatía, odio, repulsión, miedo. De ahí es donde nosotros seleccionamos a nuestros héroes favoritos, o nuestros villanos preferidos. Algunas veces es el personaje el que saca a flote a las pelis y le dan el valor a nuestros pesos gastados en las salas del cine. El personaje es la conjugación perfecta del talento de tres personas: el escritor, el director y el propio actor.

Sería bueno hacer un ejercicio de los mejores personajes del cine nacional. Hay que intentarlo. Tal vez unos podrán decir que es una tarea de flojera, pero dentro de la lista probablemente brinquen nombres como Pepe El Toro de Pedro Infante, el infinito Cantiflas, la dupla de Viruta y Capulina, la mujer fatal de María Félix, incluso a los Almada. Inténtelo. Recuerde cuál ha sido el último personaje que valga la pena en el cine nacional. Desgraciadamente los personajes se recortan y los nombres se repiten en Bichir, García Bernal, Luna, Alcazar, Talancón, De la Reguera, etc.

En El Infierno de Luis Estrada, la construcción de los personajes podrían caer en el esteriotipo, llenos de clichés y de características recurrentes en la filmografía nacional y en la del mismo Estrada. Sin embargo, eso es precisamente lo que busca el realizador. La similitud de los modelos satíricos en la realidad de la sociedad mexicana de hoy en día conmociona. Los personajes de la película potencializan la semejanza de la que hoy es la realidad de México como si fuera una terrible caricatura. El Cochiloco, interpretado por un magistral Joaquín Cosío es un demonio entrañable, un asesino que de alguna forma nos llega a caer bien su personalidad, misma que se desdibuja por lo atroz que resulta. Probablemente sea el mejor personaje del cine mexicano de la última década.

Emmanuel Mtz Zamorano

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